lunes, 14 de marzo de 2011

Capítulo 8

Sale corriendo del colegio. Tiene que llegar a casa lo antes posible para prepararlo todo.    Se monta en su coche, y rápidamente se ponen en marcha. Al llegar a casa, sube las escaleras de dos en dos hasta su cuarto, deja las cosas y se apresura a comer.
Llega al comedor donde le espera el almuerzo junto a su hermana y sus padres. Se come rápidamente todo, sin dejar nada en el plato y se sube de nuevo a su habitación. Abre el armario, saca de él uno de sus conjuntos favoritos y lo pone encima de la cama. Tras esto, va a al cuarto de su hermana para cogerle un bolso que, supuestamente es suyo y que no se lo ha devuelto.
Vuelve de nuevo a su cuarto, y comienza a ordenarlo. Tras esto, comienza a vaciar el bolso de todas las cosas que le había metido su hermana. Al fin, termina de prepararlo. Mira el reloj. Las cuatro y media. Aún debe vestirse, peinarse… Se dirige a su armario de nuevo. Lo abre y saca una chaqueta oscura de hombre.
-Es esta, –Se dice para sus adentros.
La deja encima de la cama, junto a su conjunto. Va hacia su escritorio, donde coge una mini-radio que sus padres le regalaron por su cumpleaños. La enciende y se dirige al baño. Abre el agua caliente. Mientras espera, coge un par de toallas y se cepilla el pelo. Toca el agua. Está a la temperatura justa. Se apresura a quitarse la ropa y se mete en la ducha. Mientras el agua se desliza por su cuerpo, piensa en lo que va a hacer esa misma tarde. Quedar con un chico que no conocía de nada que le dio su chaqueta para tapar la mancha de helado que él mismo había provocado.
Sale de la ducha y se envuelve en la toalla. En la mini-radio suena una de sus canciones favoritas y empieza a tararearla mientras se seca. Cuando está completamente seca, se quita la toalla donde tenía envuelto su pelo y se lo cepilla un poco. Tras esto, coge el secador. El ruido del secador se mezcla con la voz del presentador de la radio anunciando el número uno en ventas de la semana. Se orea el pelo por última vez y se va a su habitación. Coge la ropa que se va a poner y comienza a vestirse. Mira la hora. Las cinco. Se apresura al baño y empieza a maquillarse un poco. Se echa un poco de colorete y un poco de rímel para deshacer la palidez de su cara. Tras esto, se perfuma y termina de arreglarse el pelo. Se lava los dientes y, finalmente baja al salón. Su madre está en la cocina y su padre está echándose una siesta. Vicky está viendo la televisión. Al ver a su hermana tan arreglada, le pregunta a dónde va.
-¿A dónde vas Mel?
-Ah, nada he quedado.
-¿Con Ana?
-No, con un chico.
-¿Quién?
-No lo conoces…
Nada más decir esto, corre hacia la puerta, la abre y se monta en el ascensor. Su hermana la ha seguido y cuando la pilla, se  le cierran las puertas en todas sus narices, dejándola allí, sola y desconcertada por la cita de su hermana.
Mel sale a la calle. De nuevo, al dichoso autobús. Ojalá que sus padres le regalen la vespa que tanto desea para dejar de gastarse el dinero en el autobús. En fin, aún tendrá que esperar bastante. Llega a la plaza. Allí está. Tan alto y perfecto como la primera vez que se vieron en el parque. Con esos ojos verdes y esos dientes perfectos. Al verla le hace señas. Mel se le acerca nerviosa, no sabe por qué pero está muy feliz de verle. Lo mejor es que sólo se han visto dos veces, y con ésta, tres. Se planta delante de él.
-Hola.
-Hola.
-Toma, tu chaqueta. Gracias por habérmela dejado el otro día.
-De nada. –La coge y se la pone, es verdad, no llevaba ninguna y aunque hiciese buen tiempo, no estaban prácticamente en verano.
-Bueno, entonces me voy.
Mel se da la vuelta dispuesta a volver a casa cuando un brazo la agarra del hombro haciendo que se pare. Se da media vuelta y lo ve, allí, plantado delante de ella, mirándola  a los ojos.
-¿Qué haces?
-Venga, sé que la gente no se suele arreglar tanto para devolverle la chaqueta a un completo desconocido.
-He quedado ahora, además, ¿qué estás insinuando?
-Venga, sé perfectamente que no has quedado, se te nota bastante…
-¿Pero qué dices?
-Ah, pues si según tú has quedado, permíteme que te acompañe hasta allí, a no ser que no hayas quedado ¿no?
-Mira, no necesito que me acompañes a ningún lado y sí, no he quedado con nadie ni tengo planes para esta tarde… ¿Te importa?
-Já, lo sabía, y si no tienes planes para esta tarde…
Al decir esto, se acerca a su moto, que estaba perfectamente aparcada detrás de ellos y saca del compartimento que hay debajo del asiento un casco de moto. Se acerca a ella y se lo cede.
-¿Y esto por qué me lo das?
-Porque ya tienes planes para esta tarde. Venga, sube.
Le invita a subir a las moto. Cualquier persona sensata le diría que no, por irresistible que fuese el hecho de montarse detrás de él, agarrarlo con fuerza y, aunque sea por poco tiempo, irse juntos a algún lugar lejano del mundo. Donde sólo estuviesen ellos dos. Ella y un completo desconocido. Pero ella no es para nada sensata, y por eso, sin pensárselo dos veces, se pone el casco y se sube a la moto con él. Esperando a que le lleve a algún lugar donde puedan estar lejanos del mundo. Él y ella, dos completos desconocidos.

domingo, 13 de marzo de 2011

Capítulo 7

Va por la calle. Feliz y preciosa, le va dedicando al mundo una sonrisa que le dice a todo el mundo que es invencible y que nadie le va a hacer daño jamás. Llega hasta la parada de autobús. Espera con impaciencia el número doce, el que lleva a La Gran Avenida. En efecto, va a llamar a Ana para que se una a su plan de ¨comerse al mundo¨.
Al fin, llega el autobús. Sube y comienza el trayecto. Mira por la ventana. Hace un día espléndido, no se había dado ni cuenta. Un sol se eleva sobre un bonito cielo azul limpio y despejado de alguna señal de lluvia. Mira la calle. La gente pasea a por las tiendas. Hay grupos de jóvenes en las terrazas de bares y cafeterías tomándose algo.
El autobús se para. Se debe de bajar, ha llegado a su destino. Se despide del conductor con una gran sonrisa antes de bajar. Cruza la calle, llega al edificio. Llama al portero y espera a Ana. Cuando le da dos besos, le cuenta lo que ha pasado con su hermana. Tras, esto, deciden darse un paseo e ir de tiendas.
Pasan por delante de tiendas  mientras hablan sobre las últimas novedades en clase. Nunca antes se les había visto tan animadas.
-¡Mel mira!
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-Mira ese cartel, ¿ves lo que dice? –Miran un cartel que hay en un muro. Es un cartel que anuncia una fiesta en la discoteca Aqua. –Vamos a ir, ¿verdad Mel? Dios, no podemos faltar, ¡va a ser la fiesta del siglo!
Mel se queda un rato mirando a Ana, sus ojos brillan de entusiasmo, se muere por ir a esa fiesta. Norma, y quién no: baile, barra libre y encima, sábado noche. Es prácticamente perfecto. Sin más demora, afirma con la cabeza para satisfacción de Ana.
Continúan andando por las calles de la ciudad, viendo tiendas y posibles compras y conjuntos para ponerse esa noche que, sobre todo para Mel será inolvidable.
La fiesta es dentro de bastante tiempo. Era demasiada antelación, pero aun así debían prepararse.
Pasaron delante de una cafetería y decidieron tomarse algo en la terraza. Justo en ese momento, el sonido de una moto hizo que Mel girara la cabeza hacia la carretera. Una Suzuki aparcaba a varios metros de ellas. De ella se bajaba un chico, con la cabeza aún cubierta por el casco. Tras bajarse, se quitó el casco y dejo al descubierto su rostro. Unos grandes y expresivos ojos verdes se dejaron ver junto a una nariz prácticamente perfecta y una boca cuya sonrisa sería capaz de derretir a la más dura de las chicas con una sola mirada.
Ese rostro, tan perfecto, le resultaba a Mel vagamente familiar, Sabía que lo había visto en alguna parte, pero no sabía exactamente donde. El chico se fue acercando poco a poco a la terraza, justo a una de las mesas en la que estaban un grupo de chicos.
-¡Por fin! Álex ha llegado chicos, ya podemos irnos de este sitio, estoy harto de esperar.
-Sí, vámonos, venga.
-Ei, chicos, al menos dejad que me tome algo. ¿No podríais haber escogido otro lugar un poco más cerca no?
-Eh, que la culpa es tuya por ser un impuntual, la próxima vez sal antes de tu casa.
-Bueno, da igual. Al menos, dejad que me tome algo.
-Venga, vale. Además, así podremos seguir fichando a esas dos de ahí.
-¿A quiénes decís?
-A esas dos que están en la mesa de en frente. La rubia y la que lleva las ray-ban en el pelo. ¿Están buenas eh?
Nada más decir esto, como si los hubiese escuchado, Ana se gira hacia ellos. Al verlos, le hace señas a Mel para que mire.
-Tss, esos de ahí están ablando de nosotras, así que venga Mel, dedícales una bonita sonrisa, como tú sabes hacer. –Dice divertida mientras le guiña un ojo a Mel.            
Tras hablar con su amiga, Mel gira la cabeza hacia su dirección y, en una fracción de segundo, sus miradas se cruzan de nuevo. En ese mismo instante, empieza a recordar todo: El plantón de Marco, El paseo por el parque, la mancha de chocolate y la chaqueta. Sí, está segura de que es él. No cabe duda.
-Mierda…
-¿Qué pasa?
-¿Ves al chico alto, el de los ojos verdes?
-Sí, es muy guapo –A Ana se le escapa una risilla tonta. -¿Qué pasa con él?
-Ah, nada que gracias a él, tengo una preciosa mancha de chocolate en mi vestido nuevo.
-¿El que te compraste el otro día? ¿El blanco?
-Ese mismo.
-Pero… ¿Lo haría sin querer no?
-Sí, pero no me pidió disculpas ni nada.
-¿De verdad? No me lo creo. Algo tendría que hacer, tiene pinta de ser un buen chico.
-Bueno, en realidad me dio su chaqueta para tapar la mancha pero…
-¡Eh! Bastante que te hizo, darle una chaqueta así por así a una desconocida…
-Bueno, sí, ya lo sé, es raro, pero no sé, tiene algo distinto…
-¿Cómo que distinto?
-No sé… Bah, da igual, dejemos el tema.
Mientras tanto, Álex recuerda a Mel. Recuerda el choque, la mancha de chocolate, el parque, cómo hablaron y cuando le dejó su chaqueta.
Tras esto, se levanta y va hacia la mesa de Mel y Ana que hablan de sus cosas entretenidas.
-Eh, me debes algo que es mío, ¿no?
Para susto de Mel, se encuentra a Álex a su lado, mirándola con esos ojos verdes que la dejaron pasmada por una vez.
-¿El qué? ¿Qué te debo qué?
-Tss, lo sabes bien, venga me tienes que devolver cierta chaqueta… ¿No es así?
Ana y los amigos de Álex miran atónitos a Mel y a Álex.
-Pues lo siento, pero la tengo en mi casa. –Responde Mel con cierto desprecio. –Ah, y por si no lo sabías, la mancha de chocolate no se ha podido quitar.
-Ei, ya te dije lo siento en su momento, si eres rencorosa allá tú, pero yo quiero que me devuelvan lo que es mío.
-No la tengo aquí.
-Bueno, pues hagamos una cosa entonces.
-¿El qué?
-Mañana nos vemos y me la traes.
-Eh… ¿Me estás intentando invitar a salir?
-Más quisieras… Sólo quiero que me devuelvas mi chaqueta.
-En fin… Entonces, mañana, ¿cuándo y a qué hora?
-A las seis en la Plaza de la Discordia.
-Vale, allí nos veremos entonces.
-Toma mi número, por si surge algo. ¿Tienes un boli?
-Eh… Sí, toma.
Coge una servilleta y escribe su teléfono en ella mientras Ana y los demás no dan crédito a la extraña situación que están viviendo en ese mismo instante.
-Gracias, mañana nos vemos.
-Venga adiós.
Álex se levanta y se vuelve a su mesa, donde todos lo miran impresionados.
-¿Ni que hubiese pasado un ángel no? Venga, pidamos la cuenta y vámonos de aquí.
Llaman a la camarera y le pagan lo debido. Se marchan. Mientras, Ana y Mel hablan sobre todo lo que acaba de ocurrir.
-Mel… ¿Pero qué ha pasado?
-Ah, nada, que hemos quedado para que le devuelva la chaqueta.
-Mel, no has quedado para eso… ¡Tienes una cita con él!
-¿Pero qué dices? A ver, hemos quedado para que le dé la chaqueta y punto. Venga, vámonos de aquí.
Pagan también y se marchan. Mel acompaña a Ana a su casa. Tras esto, se dirige hacia la parada de autobús. Piensa en lo que le acaba de ocurrir. Acaba de quedar con ese chico que prácticamente no conocía de nada para devolverle una chaqueta que kle prestó un día que se manchó el vestido de chocolate. Es de locos. Mientras vuelve a casa no deja de imaginarse en lo que pasará al día siguiente.
Lo mejor de todo es, que ni siquiera ella misma sabe lo que le ocurrirá a partir de ese día que será demasiado especial tanto para Mel, para Álex y para todos los que les rodean.



Capítulo 6

Suena el despertador. Mel se levanta para ir a clase.  Desayuna y se monta en el coche. No habla, sigue pensando en lo que le ha pasado. Finalmente, llegan al instituto. El viaje se ha hecho eterno. En ese mismo instante se baja del coche, y comienza a caminar lentamente hacia la puerta principal. Se encuentra con Ana, pero apenas intercambian palabra alguna. Entran en clase, a primera hora plástica, a segunda matemáticas… La mañana discurre rápida y Mel sigue sin articular palabra alguna. Esto es algo que a Ana le inquieta.
Suena el timbre. Hora de volver a casa, almorzar, acabar los deberes, darse una ducha, cenar y, finalmente acostarse y antes de cerrar los ojos pensar en esa persona tan especial y en lo que has hecho en el día. Y, finalmente, dormirte dejando ese mismo día en tus recuerdos, pensando que nunca más los vas a poder recuperar.
Mel se dirige al coche, donde ya la están esperando su madre y su hermana. Saluda a su madre con un beso en la mejilla. Intenta disimular lo que siente por dentro, pero no lo consigue. Melancólica, mira a su hermana, que silenciosa, le lanza una mirada de ánimo.
Al fin llegan a casa. Mel sube rápidamente las escaleras, deja sus cosas en la habitación y baja a comer. Terminan. Sube a su habitación, coge la cartera y, cuando abre la agenda para saber cuáles son los deberes del día, una repentina punzada en el estómago hace que crezca su asombro: En una de las páginas, estaba la nota que le entregó Marco, y junto a esta, una frase que ponía: Marco & Mel Forever
Se queda mirando la frase durante un rato. Tras esto, cierra la agenda de un golpe y, llena de odio y rabia, la tira contra la pared y la aporrea.
Llaman a la puerta. Tras esto, se abre. Es Vicky que, con el ruido del golpe ha subido para ver lo que ocurría.
-Toc Toc… ¿Se puede?
-No en cierta parte, pero entra…
Vicky entra en la habitación y mira a su hermana. La nota muy distinta. Acostumbrada a verla tan feliz, con ese carácter, llena de vida… Y ahora verla así, con esos ojos tristes y ese corazón partido por culpa de un atractivo extranjero imbécil que, por si fuera poco decidió plantarla haciéndole desaparecer todas sus ilusiones. Lanza un suspiro. No puede ver a su hermana así. Por primera vez en su vida, desea con todas sus fuerzas pelearse con su ella, que le haga rabiar, que le regañe… No puede más, tiene que hacer algo con ese idiota. Pase lo que pase, tiene que hacerle pagar. Lo que no sabe, es que pronto su hermana lo hará y que, eso llevará a malas consecuencias...
Se acerca a ella, la abraza con fuerza. Sabe cómo está y sabe que necesita su apoyo. Ese abrazo vale más que cualquier terapia o antidepresivo. Ese abrazo le demuestra el cariño que su hermana le tiene. Algo que muchos no pueden llegar a disfrutar: El cariño y apoyo de tus seres más queridos.
-Mel… No quiero verte así, Marco es así, los hombres son así, la vida es así y te vas a encontrar como esos a montones. Pero tienes que ser fuerte, Mel. Además, ¿creías que si llegabais a salir duraría para siempre? No. El es un alumno de intercambio, en un tiempo se iría y tú, aún enamorada de él y añorando sus besos sufrirías más que ahora. Entonces, habrá un día que te gastarás todos tu ahorros, que has ido ahorrando durante tanto tiempo para ir a verle, y cuando lo encuentres, lo veras con otra, cogidos de la mano y abrazados y tú, destrozada y sola te volverías a casa y te diría: ¨Te advertí¨, pero no me harás caso y lo seguirás queriendo, aún más desde el primer día hasta que, una mañana, al despertar te darás cuenta de que le odias por lo que te ha hecho, y que si estás enamorada de la persona equivocada la vida solo te dará palos. –Vicky abraza a su hermana que desconsolada no para de llorar por sus palabras. Está segura de que le habría ocurrido eso. Sigue llorando hasta que llega un momento en el que para. Tal vez porque no le queden más lágrimas o porque haya decidido afrontar la solución. En este caso, es la segunda opción. Mira a su hermana, y le dedica una sonrisa. Tras esto, se dirige al baño, y con un poco de agua y una toalla se enjuaga las lágrimas. Se suena la nariz y se dirige a su habitación.
-¿Qué vas a hacer Mel? –Le pregunta Vicky aturdida por el repentino cambio de humor de su hermana.
-¿Que qué voy a hacer? Pues salir a la calle para que el mundo vea que soy feliz, que no sufro por cretinos como Marco y que nada ni nadie me impedirá vivir la vida tal y como me gusta vivirla.
Vicky, sorprendida le dedica un halagador aplauso a su hermana y, tras esto la abraza de alegría. Mel, decidida, abre el armario y coge uno de sus conjuntos favoritos. Se viste y se arregla. Va hacia el baño y se maquilla. Hoy va a hacer que ese día gris, que ha hecho que esté amargada durante toda la mañana se convierta en uno de los más memorables.
Se prepara y sale por la puerta, ansiosa de comerse el mundo y de que todos, incluido Marco, la vean, que vean que es una chica nueva, que pasa de todo lo que le digan o piensen de ella.
Baja las escaleras, feliz y absorta en sus pensamientos, sin saber lo que se le viene encima: Una verdadera historia de amor con, quién sabe, alguien muy especial que pronto se encontrará.







Capítulo 5

Mel va por la calle, una bonita sonrisa ilumina su cara, pasa junto a un grupo de chicos con sus novias y a algunos de ellos se les desvía la mirada, haciendo que las novias se cabreen con ellos.
Cruza la calle, camina, y al final, absorta en sus pensamientos llega hasta su destino. Espera, no hay nadie…                                                                                                                                      
Lo que más temía ha ocurrido: La han plantado.          
Finalmente, y harta de esperar a Marco se vuelve a su casa.
Camina por la calle, con la cabeza agachada. Todas sus ilusiones se han desvanecido de pronto. A lo lejos, se ve el parque. Decide pasear por allí un rato, quizás se le pase un poco el mal rato.
Comienza a caminar entre los árboles,  es un día espléndido, aunque Mel no se fija en ello, aún está demasiado dolida como para contemplar ese maravilloso y soleado día de mayo.
Hay gente haciendo footing, otros simplemente pasean con sus perros o con sus amigos. Cerca del parque hay una heladería. Mel se acerca, no puede evitar esa tentación.
Hay una cola enorme, Mel mira su reloj. Son las siete y cuarto. La espera se hace más larga, la cola parece que no aguanta.                                                                                                                                                        Diez minutos después ya tiene un helado de chocolate y nata en su mano. Sale afuera, prefiere tomárselo de camino a casa.
Continúa por la acera del parque hasta que…
¡¡PUM!!
El vestido de Mel está completamente manchado de chocolate, al igual que toda su cara. Un chico alto, de ojos claros está junto a ella.
-¿Pero a ti qué te pasa? –Mel le grita enfadada, mientras observa su helado de chocolate tirado en el suelo.                                                                                                                                                  
–Lo siento mucho, iba corriendo, llegaba tarde y… -El chico levanta su mirada hacia la de Mel. Sus ojos verdes se mezclan con los suyos por un instante, tras esto, sólo dirige su mirada hacia el vestido manchado de chocolate.                                                                                       
–¡Pero ten más cuidado! ¡Si vas así por la calle siempre mejor que no salgas! -Mel  se mira el vestido nuevo lleno de chocolate. -¡Pero mira lo que has hecho! El vestido es nuevo, ¿sabes? Dios, ahora que hago yo con esto? ¿Qué le voy a decir a mi madre?                                     
-Lo siento, pero el vestido en sí no te quedaba tan bien, además lo echas a la lavadora dos veces y listo.                                                                                                                                
–¡Serás imbécil! Niño, que yo así no puedo ir por la calle, llena de chocolate…                             -Bueno, que sí, que llego tarde y que lo siento mucho… La gente comete errores, ¿sabes?
–El chico se da la vuelta y se dirige a la puerta del parque. Su moto está allí aparcada, se monta en ella y se pone el casco. Arranca.
-¡Eh! ¡Espera! ¡No te puedes ir así por así! ¡Pero mírame!                                                                                         
El chico la mira de arriba abajo fijamente.                                                                                                            
-¿Pero qué haces? –Dice Mel enfadada.                                                                                           
-¿Yo? Pues mirarte, es lo que me has dicho que haga.                                                                   
-Imbécil                                                                                                                                                 
-Lo mismo digo. Bueno, adiós.                                                                                                                             
Se pone el casco. Tras esto, se monta en la moto y arranca. Mel, bastante enfadada se apresura a pararle.                                                                                                                                                  
-¡Eh! ¡Para! ¿Qué voy a hacer yo ahora?                                                                                     
El chico para la moto. Tras esto, se acerca a Mel. Se quita la chaqueta y se la da.                   
 -¿Y para qué me das esto? –Dice extrañada.                                                                               
-Al menos, le podrías dar las gracias al chico que te ha dejado su chaqueta para tapar la mancha de chocolate que tienes en tu vestido, que él mismo te ha hecho sin darse cuenta por llegar tarde y que ahora mismo se está entreteniendo demasiado contigo en vez de seguir su camino.
El chico arranca y se aleja. Mel le contempla y le dice adiós con la mano. Al menos podrá disimular la mancha… 
Decide volver a casa. Mientras va caminando no para de pensar en el chico con el que se acaba de encontrar. ¿Cómo se llamará? ¿Dónde vivirá? ¿A qué instituto irá? En fin, para qué molestarse en pensarlo si no lo va a volver a ver nunca… ¿O sí?
Al fin llega a su casa, abre la puerta con sigilo. Se dirige a su habitación, pero antes de llegar se encuentra con Vicky.
-Mel, cuéntamelo todo… ¡Ya!                                                                                                                               
Mel no contesta. Tras esto, mira a su hermana con cara seria y entra a su habitación.                                                                                                                     
–Oh no… ¡Será imbécil! ¡Cuándo lo vea se va a enterar! –Vicky empieza a insultar a Marco como si el feo se lo hubiera hecho a ella misma.                                                                           
–Déjalo Vicky, tendría sus razones… Voy a mi cuarto a cambiarme… Adiós.                                      
–Pero… ¡Eh! ¿Y esa chaqueta? ¿De dónde la has sacado?                                                                            
-Ah, nada me choqué con un chico mientras volvía a casa y me manché el vestido del helado de chocolate que me estaba comiendo. Entonces, él me dio su chaqueta para disimular la mancha.                                                                                                                                      
–Um… con que un chico ¿eh?                                                                                                                                            
-Déja de pensar así, era un cretino.                                                                                                                  
–Pues para ser un cretino tendría que ser demasiado generoso como para darte su chaqueta…                                                                                                                                                      
-Ya lo sé. Bueno, me voy a mi habitación. No tengo ganas de hablar más sobre lo que ha pasado… Adiós.           
Entra en su habitación y cierra la puerta. Se tumba en la cama. Enciende la mini-cadena de música. Pone el disco de Dani Martín que sus padre le han regalado por Navidades. Una canción tras otra, pasa las horas muertas pensando en lo que ha ocurrido esta tarde. Mira el reloj las nueve menos cuarto. Es hora de hacer algo, no va a dejar que se le amargue la vida.
Baja al salón y ve un poco la tele, cena y sube de nuevo a su habitación. Prepara el uniforme para el día siguiente y los libros. Se pone el pijama y se acuesta.
Mientras está tumbada no para de pensar en Marco y en el encontronazo de esa misma tarde.
-Es un cretino –Piensa -Aún estoy muy asombrada de cómo me ha podido gustar ese imbécil. Es un engreído, se merece estar toda la mísera vida que le queda solo. Además, ahora que me fijo tiene el pelo grasiento y algún que otro grano… En fin, nadie es perfecto, y mucho menos él.
Mira el reloj. Las once y cuarto. Da vueltas en la cama. Finalmente se duerme con el pensamiento en su mente del encontronazo de esa misma tarde.             


Capítulo 4

Las cinco y media. Mel mira el reloj y empieza a recoger sus cosas. Pronto tendrá que ir a casa de Ana a probarse la ropa. Se levanta, va hacia su armario y de un cajón saca un macuto rosa de adidas. Lo pone sobre la cama, junto a los conjuntos, y los mete dentro. Tras esto, va hacia el baño, abre un pequeño armario junto al espejo y saca un bonito neceser violeta que sus tíos le trajeron de París el año pasado. Lo llena con un cepillo, horquillas, varias gomas para el pelo, un cepillo y algo de maquillaje.                                                          
Se va de nuevo a su cuarto, deposita en el interior de su macuto. Se viste con un bonito chándal negro con una bonita sudadera celeste y baja las escaleras.  Se despide de sus padres y baja hasta el portal de la casa.
Sale a la calle, y se dirige a la parada de autobús. Mira los horarios, genial, el próximo pasará en un cuarto de hora… A esperar.                                                                                            Mientras espera, observa a la gente que está a su lado: Una anciana con una gran bolsa, una madre y una niña pequeña, una chica de unos veinticinco años y un señor mayor. Parece que todos se dirigen al mismo sitio.
Mel mira su móvil, han pasado unos diez minutos, aún le queda por esperar. La espera es insoportable, Mel no es que sea demasiado paciente y encima, sus nervios por la cita con Marco empeora todo… En fin.
El señor se levanta, y hace un pequeño gesto indicando que viene un autobús. Mel se levanta, y mira el número, en efecto lleva a La Gran Avenida, es decir, es el autobús indicado para llegar hasta la casa Ana.                                                                                              El autobús se para. Mel sube y le entrega un euro al conductor y pasa adentro. El autobús está casi vacío. A parte de la chica de 25 años, el señor mayor, la señora y la madre con su hija, (la gente que había antes en la parada) había también un chico alto y delgado, de ojos oscuros y un padre con su hija.
El trayecto no es muy largo, unos diez minutos más o menos, pero esta vez a Mel se le hizo más largo.                                                                                                                                          
Al fin se baja del autobús y se dirige a casa de su amiga. Se mete por una calle y llega hasta un alto edificio con la fachada de ladrillo. Tras esto, llama al portero:
-¿Sí? ¿Quién es? –Una voz de mujer aparece por el interfono.                                                      
 –Eh… soy Melisa ¿Me puede abrir por favor? He quedado con Ana…                                                                             
-Ah sí, Ana te está esperando. –Tras esto, la puerta se abre y Mel pasa hacia el interior.
Se monta en el ascensor hasta el ático, donde se encuentra la casa de Ana. Llama al timbre. Ana le abre la puerta con una gran sonrisa de oreja a oreja, tras esto, invita a Mel a pasar hacia dentro.  
Se dirigen a la habitación. El piso de Ana es el más amplio y luminoso de todo el bloque. Es el ático. Suben las escaleras hasta un largo pasillo donde al final se encuentra una puerta. En silencio se dirigen hacia a ella y la abren.
El cuarto de Ana es espacioso y luminoso. Una gran cama con la colcha de flores se encuentra en el centro. Mel se sienta en ella.
-A ver, ¿qué te vas a poner? –Le dice Ana entusiasmada.                                                                          
–Ah, pues estoy entre estos conjuntos. –Mel saca del macuto los tres conjuntos y los coloca ordenadamente encima de la cama. Tras esto, se los muestra a Ana.                                
-Son las cinco, y he quedado con Marco a las seis, tenemos que decidir ya…
Mel se prueba los conjuntos mientras que su amiga piensa en peinados y se prueba tambien otros cuantos. Juntas ríen y cuentan sus cosas. Finalmente optan por el vestido, de peinado, suelto y de calzado las bonitas bailarinas que le había recomendado su hermana. Estaba espectacular. Tras esto, recoge sus cosas, son las cinco y media.
-¿Y a dónde vais a ir? –pregunta Ana mientras le guiña un ojo a su amiga.                          
–Ah, pues si te digo la verdad, no lo sé aún, pero seguro que a algún sitio interesante...                                                                                                                  
–¿Me prometes una  cosa?
 -¿El qué?                                                                                                                                             
 -Justo después de la cita me lo tienes que contar todo, entiendes?                                              
-Venga… -Mel le dedica una gran sonrisa a su amiga, tras esto se levanta hacia la puerta.
Bajan las escalera. Ana la acompaña hasta la puerta, le da dos besos y le desea suerte, tras esto, se marcha.

Capítulo 3

Llegan a la casa, Claudia prepara la comida mientras que las chicas van a sus respectivos cuartos  a cambiarse, dejar sus cosas y organizar un poco la tarde con las tareas, tanto los deberes como las de casa.
Mel es la primera como siempre en llegar a su habitación, es una habitación grande, de colores alegres. Una cama en el centro, al lado, a la derecha una gran ventana y al otro lado, un armario. En la pared de la ventana hay una bonita cómoda, y al lado una estantería llena de libros, portafotos y una mini-cadena de música. En la pared de enfrente de la cama, un amplio escritorio con una lámpara de estudio, y encima una estantería de pared con peluches y Cds de música.
De repente, Mel se acuerda de la nota de Marco, con tantos líos no se ha acordado de ella… Rápidamente se dirige ha su mochila, que está colgada de la silla del escritorio. 
La abre, rebusca en su interior, saca los libros, la agenda y el estuche hasta que al final la encuentra. Un trocito de papel escrito por Marco decía lo siguiente:
Plaza de Santa María, nº 27   a las 18:00                                                                                                           
Allí te espero J                
Marco
-Un momento… conozco esa calle… -Mel está aún más entusiasmada que antes, ya hay un sitio y hora fijas… Mira el reloj. Son las tres, debe comer, hacer los deberes, sus tareas de casa y… Lo peor de todo: Elegir la ropa, los zapatos…así que le toca hablar con Ana.
Baja hasta el comedor, allí la están esperando sus padres y su hermana. Su padre acaba de llegar del trabajo, y aún está con el traje. Pero aún así disfruta del chuletón de cerdo que le ha preparado su esposa junto a un buen vaso de vino tinto. Mel saluda a su padre con un beso en la mejilla, al igual que su hermana y su madre.                                                                               
La comida es silenciosa, como siempre.                                                                                    
Mel es la primera en acabar, algo que a su madre le extraña bastante porque suele tardar.                                                                                                                                                                       
–Mel, hoy has acabado muy pronto… ¿ocurre algo, cariño? –Pregunta su madre un tanto preocupada.                                                                                                                                              
–No, nada ¿qué me va a pasar? Sólo que tengo prisa, no es nada, voy a ver esta tarde de a Ana, hemos quedado y debo acabar mis deberes pronto… -Mel consigue convencer a sus padres pero a Vicky no, tras levantarse para ir a su habitación, Vicky la sigue silenciosa, pues ha terminado también de comer.
Mel entra a su habitación, se sienta en el escritorio y comienza a estudiar. Cuanto antes acabe, antes se iría a casa de Ana y tras esto, a su cita con Marco.                                                          
–Mel, dime con quién vas a quedar esta tarde, y no me mientas… -Vicky ha pillado a su hermana. -¡Venga, cuéntamelo! ¡Porfaa…!                                                                                              
- (…) ¡No…!-Mel no sabe cómo salir de ésta.- Sé que se lo vas a contar a mamá y a papá…                                                                                                                                                       
-¡Sabes que no haré eso! –Contesta Vicky un tanto enfadada.-Así que… ¡Vengaaa! ¡Dilo! ¡Porfaa…!-Vicky sigue insistiendo pero sabe que no va a sacarle nada a su hermana, así que prueba con el chantaje. –Mel, si no me lo dices, le digo a mamá que…                                    
-¿El qué? ¿Soy la buena, recuerdas? Además, si te enteras (que no lo vas a conseguir, por cierto) le recordaré a mamá lo de esta mañana…-Mel prueba a hacerle chantaje también a su hermana. -¿Qué me dices? ¿Lo quieres saber o no?                                                   
-(…)-Es verdad, a su madre se le había olvidado el tema del maquillaje, así que si no contaba nada lo podría dejar pasar… -Está bien, pero al menos dame una pista, Mel, no contaré nada…                                                                                                                                    
Mel mira a su hermana, en el fondo, sabe que no lo contará, ya ha guardado bastantes de sus secretos, como quién rompió el jarrón de su abuela a los nueve años… Se libró de una buena…                                                                                                                                                   
-Está bien… -Suspira.- He quedado esta tarde con… -Decide poner un poco de intriga.  
-¿Con…? –Vicky quiere saberlo yá, está deseando saber quién es esa persona.                    
–Marco Manccini, me ha mandado una nota con una dirección y una hora, he quedado con él esta tarde…                                                                                                                               
-¡¿Marco Mancinni?! ¿¡Con el bombón de intercambio?! ¡No me lo creo! ¡Mi hermana saliendo con Marco! ¡Voy a tener a Marco como cuñado! ¡Tengo que llamar a Julia y a Tania y decírselo para que se lo diga a…                                                                                          
-¡Alto ahí!-Mel mira enfadada a su hermana, le había prometido que no diría nada.-Si lo llego a saber, no te digo nada… Además no es una cita, sólo me ha dicho de quedar, a saber que querrá…                                                                                                                                                          
-Bueno, sea lo que sea quiere algo, y no debes decirle que no –Vicky le guiña el ojo a su hermana, y tras esto se dirige hacia el armario y lo abre.
-Bueno, ¿y qué te vas a poner?                                                                                                        
-Aún no lo sé, pero Ana me ayudará a elegir un cojunto, aunque, si quieres me puedes ayudar a elegir los que me queden mejor y luego, Ana y yo decidiremos.                                                           
–Venga vale, ¿Qué tal si te pones un vestido? –Vicky le muestra los bonitos vestidos que su hermana se compró el otro día con sus amigas. –Si te pones este con las bailarinas blancas…                                                                                                                                           
-No sé… ¿Y si me pongo falda? Una falda alta con una camisa… ¿O pantalones? Tengo unos cortos monísimos…                                                                                                                           Las dos hermanas comienzana a sacar ropa  del armario y a probarse prendas.                           
Al final, optan por un bonito vestido de flores con unas bailarinas a juego, una falda alta con una camisa y unos pantalones cortos con unos calentadores a juego a la camisa.
-Bueno, ¿y el pelo?  ¿Recogido o suelto? ¿O medio recogido? ¡Ya sé! ¡Trenzas! O… ¡el pelo rizado! Te paso el rizador?                                                                                                                       
-¡Vicky! ¡Voy a salir yo! Deja que lo decida, además son las cuatro y media y necesito acabar la redacción de lengua, por suerte hoy no tengo tantos deberes. Venga, ahora te llamo. –Mel se levanta de la cama y se dirige a su escritorio. Coge su mochila y saca la agenda y unos cuantos libros. Tras esto, enciende la luz y comienza a estudiar. Vicky se va de la habitación en silencio.