domingo, 13 de marzo de 2011

Capítulo 7

Va por la calle. Feliz y preciosa, le va dedicando al mundo una sonrisa que le dice a todo el mundo que es invencible y que nadie le va a hacer daño jamás. Llega hasta la parada de autobús. Espera con impaciencia el número doce, el que lleva a La Gran Avenida. En efecto, va a llamar a Ana para que se una a su plan de ¨comerse al mundo¨.
Al fin, llega el autobús. Sube y comienza el trayecto. Mira por la ventana. Hace un día espléndido, no se había dado ni cuenta. Un sol se eleva sobre un bonito cielo azul limpio y despejado de alguna señal de lluvia. Mira la calle. La gente pasea a por las tiendas. Hay grupos de jóvenes en las terrazas de bares y cafeterías tomándose algo.
El autobús se para. Se debe de bajar, ha llegado a su destino. Se despide del conductor con una gran sonrisa antes de bajar. Cruza la calle, llega al edificio. Llama al portero y espera a Ana. Cuando le da dos besos, le cuenta lo que ha pasado con su hermana. Tras, esto, deciden darse un paseo e ir de tiendas.
Pasan por delante de tiendas  mientras hablan sobre las últimas novedades en clase. Nunca antes se les había visto tan animadas.
-¡Mel mira!
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-Mira ese cartel, ¿ves lo que dice? –Miran un cartel que hay en un muro. Es un cartel que anuncia una fiesta en la discoteca Aqua. –Vamos a ir, ¿verdad Mel? Dios, no podemos faltar, ¡va a ser la fiesta del siglo!
Mel se queda un rato mirando a Ana, sus ojos brillan de entusiasmo, se muere por ir a esa fiesta. Norma, y quién no: baile, barra libre y encima, sábado noche. Es prácticamente perfecto. Sin más demora, afirma con la cabeza para satisfacción de Ana.
Continúan andando por las calles de la ciudad, viendo tiendas y posibles compras y conjuntos para ponerse esa noche que, sobre todo para Mel será inolvidable.
La fiesta es dentro de bastante tiempo. Era demasiada antelación, pero aun así debían prepararse.
Pasaron delante de una cafetería y decidieron tomarse algo en la terraza. Justo en ese momento, el sonido de una moto hizo que Mel girara la cabeza hacia la carretera. Una Suzuki aparcaba a varios metros de ellas. De ella se bajaba un chico, con la cabeza aún cubierta por el casco. Tras bajarse, se quitó el casco y dejo al descubierto su rostro. Unos grandes y expresivos ojos verdes se dejaron ver junto a una nariz prácticamente perfecta y una boca cuya sonrisa sería capaz de derretir a la más dura de las chicas con una sola mirada.
Ese rostro, tan perfecto, le resultaba a Mel vagamente familiar, Sabía que lo había visto en alguna parte, pero no sabía exactamente donde. El chico se fue acercando poco a poco a la terraza, justo a una de las mesas en la que estaban un grupo de chicos.
-¡Por fin! Álex ha llegado chicos, ya podemos irnos de este sitio, estoy harto de esperar.
-Sí, vámonos, venga.
-Ei, chicos, al menos dejad que me tome algo. ¿No podríais haber escogido otro lugar un poco más cerca no?
-Eh, que la culpa es tuya por ser un impuntual, la próxima vez sal antes de tu casa.
-Bueno, da igual. Al menos, dejad que me tome algo.
-Venga, vale. Además, así podremos seguir fichando a esas dos de ahí.
-¿A quiénes decís?
-A esas dos que están en la mesa de en frente. La rubia y la que lleva las ray-ban en el pelo. ¿Están buenas eh?
Nada más decir esto, como si los hubiese escuchado, Ana se gira hacia ellos. Al verlos, le hace señas a Mel para que mire.
-Tss, esos de ahí están ablando de nosotras, así que venga Mel, dedícales una bonita sonrisa, como tú sabes hacer. –Dice divertida mientras le guiña un ojo a Mel.            
Tras hablar con su amiga, Mel gira la cabeza hacia su dirección y, en una fracción de segundo, sus miradas se cruzan de nuevo. En ese mismo instante, empieza a recordar todo: El plantón de Marco, El paseo por el parque, la mancha de chocolate y la chaqueta. Sí, está segura de que es él. No cabe duda.
-Mierda…
-¿Qué pasa?
-¿Ves al chico alto, el de los ojos verdes?
-Sí, es muy guapo –A Ana se le escapa una risilla tonta. -¿Qué pasa con él?
-Ah, nada que gracias a él, tengo una preciosa mancha de chocolate en mi vestido nuevo.
-¿El que te compraste el otro día? ¿El blanco?
-Ese mismo.
-Pero… ¿Lo haría sin querer no?
-Sí, pero no me pidió disculpas ni nada.
-¿De verdad? No me lo creo. Algo tendría que hacer, tiene pinta de ser un buen chico.
-Bueno, en realidad me dio su chaqueta para tapar la mancha pero…
-¡Eh! Bastante que te hizo, darle una chaqueta así por así a una desconocida…
-Bueno, sí, ya lo sé, es raro, pero no sé, tiene algo distinto…
-¿Cómo que distinto?
-No sé… Bah, da igual, dejemos el tema.
Mientras tanto, Álex recuerda a Mel. Recuerda el choque, la mancha de chocolate, el parque, cómo hablaron y cuando le dejó su chaqueta.
Tras esto, se levanta y va hacia la mesa de Mel y Ana que hablan de sus cosas entretenidas.
-Eh, me debes algo que es mío, ¿no?
Para susto de Mel, se encuentra a Álex a su lado, mirándola con esos ojos verdes que la dejaron pasmada por una vez.
-¿El qué? ¿Qué te debo qué?
-Tss, lo sabes bien, venga me tienes que devolver cierta chaqueta… ¿No es así?
Ana y los amigos de Álex miran atónitos a Mel y a Álex.
-Pues lo siento, pero la tengo en mi casa. –Responde Mel con cierto desprecio. –Ah, y por si no lo sabías, la mancha de chocolate no se ha podido quitar.
-Ei, ya te dije lo siento en su momento, si eres rencorosa allá tú, pero yo quiero que me devuelvan lo que es mío.
-No la tengo aquí.
-Bueno, pues hagamos una cosa entonces.
-¿El qué?
-Mañana nos vemos y me la traes.
-Eh… ¿Me estás intentando invitar a salir?
-Más quisieras… Sólo quiero que me devuelvas mi chaqueta.
-En fin… Entonces, mañana, ¿cuándo y a qué hora?
-A las seis en la Plaza de la Discordia.
-Vale, allí nos veremos entonces.
-Toma mi número, por si surge algo. ¿Tienes un boli?
-Eh… Sí, toma.
Coge una servilleta y escribe su teléfono en ella mientras Ana y los demás no dan crédito a la extraña situación que están viviendo en ese mismo instante.
-Gracias, mañana nos vemos.
-Venga adiós.
Álex se levanta y se vuelve a su mesa, donde todos lo miran impresionados.
-¿Ni que hubiese pasado un ángel no? Venga, pidamos la cuenta y vámonos de aquí.
Llaman a la camarera y le pagan lo debido. Se marchan. Mientras, Ana y Mel hablan sobre todo lo que acaba de ocurrir.
-Mel… ¿Pero qué ha pasado?
-Ah, nada, que hemos quedado para que le devuelva la chaqueta.
-Mel, no has quedado para eso… ¡Tienes una cita con él!
-¿Pero qué dices? A ver, hemos quedado para que le dé la chaqueta y punto. Venga, vámonos de aquí.
Pagan también y se marchan. Mel acompaña a Ana a su casa. Tras esto, se dirige hacia la parada de autobús. Piensa en lo que le acaba de ocurrir. Acaba de quedar con ese chico que prácticamente no conocía de nada para devolverle una chaqueta que kle prestó un día que se manchó el vestido de chocolate. Es de locos. Mientras vuelve a casa no deja de imaginarse en lo que pasará al día siguiente.
Lo mejor de todo es, que ni siquiera ella misma sabe lo que le ocurrirá a partir de ese día que será demasiado especial tanto para Mel, para Álex y para todos los que les rodean.



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