domingo, 13 de marzo de 2011

Capítulo 4

Las cinco y media. Mel mira el reloj y empieza a recoger sus cosas. Pronto tendrá que ir a casa de Ana a probarse la ropa. Se levanta, va hacia su armario y de un cajón saca un macuto rosa de adidas. Lo pone sobre la cama, junto a los conjuntos, y los mete dentro. Tras esto, va hacia el baño, abre un pequeño armario junto al espejo y saca un bonito neceser violeta que sus tíos le trajeron de París el año pasado. Lo llena con un cepillo, horquillas, varias gomas para el pelo, un cepillo y algo de maquillaje.                                                          
Se va de nuevo a su cuarto, deposita en el interior de su macuto. Se viste con un bonito chándal negro con una bonita sudadera celeste y baja las escaleras.  Se despide de sus padres y baja hasta el portal de la casa.
Sale a la calle, y se dirige a la parada de autobús. Mira los horarios, genial, el próximo pasará en un cuarto de hora… A esperar.                                                                                            Mientras espera, observa a la gente que está a su lado: Una anciana con una gran bolsa, una madre y una niña pequeña, una chica de unos veinticinco años y un señor mayor. Parece que todos se dirigen al mismo sitio.
Mel mira su móvil, han pasado unos diez minutos, aún le queda por esperar. La espera es insoportable, Mel no es que sea demasiado paciente y encima, sus nervios por la cita con Marco empeora todo… En fin.
El señor se levanta, y hace un pequeño gesto indicando que viene un autobús. Mel se levanta, y mira el número, en efecto lleva a La Gran Avenida, es decir, es el autobús indicado para llegar hasta la casa Ana.                                                                                              El autobús se para. Mel sube y le entrega un euro al conductor y pasa adentro. El autobús está casi vacío. A parte de la chica de 25 años, el señor mayor, la señora y la madre con su hija, (la gente que había antes en la parada) había también un chico alto y delgado, de ojos oscuros y un padre con su hija.
El trayecto no es muy largo, unos diez minutos más o menos, pero esta vez a Mel se le hizo más largo.                                                                                                                                          
Al fin se baja del autobús y se dirige a casa de su amiga. Se mete por una calle y llega hasta un alto edificio con la fachada de ladrillo. Tras esto, llama al portero:
-¿Sí? ¿Quién es? –Una voz de mujer aparece por el interfono.                                                      
 –Eh… soy Melisa ¿Me puede abrir por favor? He quedado con Ana…                                                                             
-Ah sí, Ana te está esperando. –Tras esto, la puerta se abre y Mel pasa hacia el interior.
Se monta en el ascensor hasta el ático, donde se encuentra la casa de Ana. Llama al timbre. Ana le abre la puerta con una gran sonrisa de oreja a oreja, tras esto, invita a Mel a pasar hacia dentro.  
Se dirigen a la habitación. El piso de Ana es el más amplio y luminoso de todo el bloque. Es el ático. Suben las escaleras hasta un largo pasillo donde al final se encuentra una puerta. En silencio se dirigen hacia a ella y la abren.
El cuarto de Ana es espacioso y luminoso. Una gran cama con la colcha de flores se encuentra en el centro. Mel se sienta en ella.
-A ver, ¿qué te vas a poner? –Le dice Ana entusiasmada.                                                                          
–Ah, pues estoy entre estos conjuntos. –Mel saca del macuto los tres conjuntos y los coloca ordenadamente encima de la cama. Tras esto, se los muestra a Ana.                                
-Son las cinco, y he quedado con Marco a las seis, tenemos que decidir ya…
Mel se prueba los conjuntos mientras que su amiga piensa en peinados y se prueba tambien otros cuantos. Juntas ríen y cuentan sus cosas. Finalmente optan por el vestido, de peinado, suelto y de calzado las bonitas bailarinas que le había recomendado su hermana. Estaba espectacular. Tras esto, recoge sus cosas, son las cinco y media.
-¿Y a dónde vais a ir? –pregunta Ana mientras le guiña un ojo a su amiga.                          
–Ah, pues si te digo la verdad, no lo sé aún, pero seguro que a algún sitio interesante...                                                                                                                  
–¿Me prometes una  cosa?
 -¿El qué?                                                                                                                                             
 -Justo después de la cita me lo tienes que contar todo, entiendes?                                              
-Venga… -Mel le dedica una gran sonrisa a su amiga, tras esto se levanta hacia la puerta.
Bajan las escalera. Ana la acompaña hasta la puerta, le da dos besos y le desea suerte, tras esto, se marcha.

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